POEMAS DE JOSÉ MARÍA HINOJOSA


José María Hinojosa Lasarte nació el 17 de octubre de 1904 en Campillos, Málaga y falleció el 22 de agosto de 1936 en Málaga. De la mítica Generación del 27, tiene influencias surrealistas.





Canción final

              A Rafael Alberti

Y qué se me importa a mí,
que la helada se deshiele.


Y qué se me importa a mí,
que los pájaros no vuelen.


Y que los barcos mas barcos,
solo por la mar naveguen.


Si tengo en ciernes un campo
de margaritas de nieve.



                  *  *  *  *  *  *  *


Calma
     
                A Luis Buñuel


¿Dónde se acaba el mar?
¿Dónde comienza el cielo?
Los barcos van flotando.
o remontan el vuelo?


Se perdió el horizonte,
en el juego mimético
del cielo y de las aguas.


Se fundió el movimiento,
en un solo color
azul, el azul quieto.


Se funden los colores;
se apaga el movimiento.


Un solo color queda;
no existe barlovento.


¿Dónde se acaba el mar?
¿Dónde comienza el cielo?



            *  *  *  *  *  *

Mi alegría

Vino a mí en espiral,
con vuelo de mañana,
su voz hecha sonrisa
de lucero del alba.


Mi sangre baña el río
en aleteo de agallas;
queda el cuerpo sin sangre
y oye la voz del alba.


Está mi cuerpo frío
ya tendido en la playa,
y huyendo de la luz
desaparece el alba.


Su voz hecha sonrisa
vino a mí en espiral;
mi gesto sin aristas
fue a ella en espiral.


       *  *  *  *  *  *

Siempre bella

Precisamente porque estaba sola
tendida en una rama de la noche
no quise vadear el arco iris
para unir en un beso nuestras voces.

Ella guardaba dentro de sus ojos
una pareja de palomas blancas,
ella tenía dentro de sus párpados
la nieve derretida de sus lágrimas.

Esta noche de seda, cómo cruje
y se hace toda ecos, a mi paso,
ocultando en sus pliegues las palabras
que escapan sin querer de nuestros labios.

Precisamente porque estaba sola
yo me había disuelto con el aire,
dejó volar aquel par de palomas. 


              *  *  *  *  *  *  *  *  *

La rosa de los vientos

Para picotear sobre mi fría palma
bajan aleteando las estrellas
y la Osa Mayor no será nunca blanca
porque ha olvidado su pasión mimética.

Han puesto colgaduras encaladas
para borrar los huecos de mis huellas,
mujeres negras que habitan mi casa.
Sólo han brotado de mi barco velas.

Mientras oteo curvos horizontes
en el balcón de escarcha tempranera,
veo llegar el humo desde Londres,
que amarillo nació en las chimeneas
y, cano ya, me llama a grandes voces
y pregunta con gesto anacoreta
por la senda que lleva al Polo Norte.

Encogiendo mis hombros hechos niebla
yo le regalo un alfabeto Morse.


                     *  *  *  *  *  *  *


Canción de los aceituneros


                     A José María Chacón

Aceituneros del pío-pío,

muertos de hambre
y muertos de frío.

El zagalejo encarnado,

ciñe tu cuerpo arrecido.

¿Mocita, quieres bailar

en medio de los olivos?

Yo cogeré tu tarea

y tu bailarás conmigo.

¡Vente chiquilla hacia los olivos!
Hoy cuando demos de mano,

quisiera bailar contigo.

¿Mocita, quieres cantar

debajo de los olivos?

Yo tocaré la guitarra

y tú cantarás bajito

¡Vente chiquilla hacia los olivos!
Aceituneros del pío-pío,

muertos de hambre
y muertos de frío.


         *  *  *  *  *  *  *  *

Nuestro amor

Nuestros cabellos flotan en la curva del aire
y en la curva del agua flota un barco pirata
que lleva en su cubierta entre cercos de brea
tus miradas de ámbar y el ámbar de tus manos.


Nuestros cabellos flotan en aire enrojecido
mientras su cuerpo pende hecha color su carne
de los siete colores tendidos en un arco
sobre el cielo de hule herido por sus ojos.


¿Por qué siempre rehuyes el encerrar tu carne
en mi carne cuajada de flores y de heridas
abiertas con puñales en madrugadas blancas
llegadas del desierto entre nubes de polvo?


Nuestros cabellos flotan en la curva del aire
envueltos entre ráfagas de crímenes violentos
y manos inocentes quieren lavar la sangre
derramada en la tierra por el primer amor.

  

                *  *  *  *  *  *  *  *  *

Unidos por la luz

Bajo una misma luz
están nuestras cabezas.


Tu corazón y el mío
cantan sobre las piedras
cuando la noche oculta
los rugidos de fieras.


¿Tu corazón y el mío eran sólo de arena?

Por el desierto arrastran los camellos sus penas
y llevan en sus ojos oasis de palmeras.


¿Tú corazón y el mío
eran sólo de arena?


Por el desierto arrastran
los camellos sus penas
y llevan en sus ojos
oasis de palmeras.


¿Tu corazón y el mío
eran sólo de arena?


Nuestras sombras unidas
florecen en la tierra.


  *  *  *  *  *  *  *  *

Ya no me besas

Un viento inesperado hizo vibrar las puertas
y nuestros labios eran de cristal en la noche
empapados en sangre dejada por los besos
de las bocas perdidas en medio de los bosques.


El fuego calcinaba nuestros labios de piedra
y su ceniza roja cegaba nuestros ojos
llenos de indiferencia entre cuatro murallas
amasadas con cráneos y arena de los trópicos.


Aquella fue la última vez que nos encontramos,
llevabas la cabeza de pájaros florida
y de flores de almendro las sienes recubiertas
entre lenguas de fuego y voces doloridas.


El rumbo de los barcos era desconocido
y el de las caravanas que van por el desierto
dejando sólo un rastro sobre el agua y la arena
de mástiles heridos y de huesos sangrientos.


Aquella fue la última noche que nuestros labios
de cristal y de sangre unieron nuestro aliento,
mientras la libertad desplegaba sus alas
de nuestra nuca herida por el último beso.



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