POEMAS DE GIOCONDA BELLI



Gioconda Belli nació el 9 de diciembre de 1948 en Managua, Nicaragua. Poetisa y novelista. Su arte combina lo poético con la política, el erotismo y lo mítico.





Como pesa el amor

Noche cerrada
ciega en el tiempo
verde como luna
apenas clara entre las luciérnagas.

Sigo la huella de mis pasos,
el doloroso retorno a la sonrisa,
me invento en la cumbre adivinada
entre árboles retorcidos.

Sé que algún día
se alzarán de nuevo
las yemas recién nacidas
de mi rojo corazón,
entonces, quizás,
oirás mi voz enceguecedora
como el canto de las sirenas;
te darás cuenta
de la soledad;
juntarás mi arcilla,
el lodo que te ofrecí,
entonces tal vez sabrás
cómo pesa el amor
endurecido.

Dios dijo
Dios dijo:
Ama a tu prójimo como a ti mismo.
En mi país
el que ama a su prójimo
se juega la vida.



    *****************

Te Busco 

      Sola yo, amor,
      Y vos quién sabe dónde;
      Tu recuerdo me mece como al maíz el viento
      Y te traigo en el tiempo,
      Recorro los caminos,
      Me río a carcajadas
      Y somos los dos juntos
      Otra vez,
      Junto al agua.
      Y somos los dos juntos
      Otra vez,
      Bajo el cielo estrellado
      En el monte,
      De noche.
      Yo, amor, he aprendido a coser con tu nombre,
      Voy juntando mis días, mis minutos, mis horas
      Con tu hilo de letras.
      Me he vuelto alfarera
      Y he creado vasijas para guardar momentos.
      Me he soltado en tormenta
      Y trueno y lloro de rabia por no tenerte cerca,
      En viento me he cambiado,
      En brisa, en agua fresca
      Y azoto, mojo, salto
      Buscándote en el tiempo
      De un futuro que tiene
      La fuerza de tu fuerza.

    ********************

Esto es amor

La mente se resiste a olvidar las cosas hermosas, 
se aferra a ellas y olvida todo lo doloroso, 
mágicamente anonadada por la belleza. 

No recuerdo discursos contra mis débiles brazos, 
guardando la exacta dimensión de tu cintura; 
recuerdo la suave, exacta, lúcida transparencia de tus manos, 
tus palabras en un papel que encuentro por allí, 
la sensación de dulzura en las mañanas. 

Lo prosaico se vuelve bello 
cuando el amor lo toca con sus alas de Fénix, 
ceniza de mi cigarro que es el humo 
después de hacer el amor, 
o el humo compartido, 
quitado suavemente de la boca sin decir nada, 
íntimamente conociendo que lo del uno es del otro 
cuando dos se pertenecen. 

No te entiendo y quisiera odiarte 
y quisiera no sentir como ahora 
el calor de las lágrimas en mis ojos 
por tanto rato ganado al vacío, 
al hastío de los días intrascendentes, 
vueltos inmortales en el eco de tu risa 
y te amo monstruo apocalíptico de la Biblia de mis días 
y te lloro con ganas de odiar 
todo lo que alguna vez me hizo sentir 
flor rara en un paraíso recobrado 
donde toda felicidad era posible 
y me dueles en el cuerpo sensible y seco de caricias,
abandonado ya meses al sonido de besos 
y palabras susurradas o risas a la hora del baño. 

Te añoro con furia de cacto en el desierto 
y se que no vendrás 
que nunca vendrás 
y que si venís seré débil como no debería 
y me resisto a crecerme en roca, 
en Tarpeya, 
en espartana mujer arrojando su amor lisiado para que no viva 
y te escondo y te cuido en la oscuridad 
y entre las letras negras de mis escritos 
volcados como río de lava entre débiles rayas azules de cuaderno 
que me recuerdan que la línea es recta 
pero que el mundo es curvo 
como la pendiente de mis caderas. 

Te amo y te lo grito estés donde estés, 
sordo como estás 
a la única palabra que puede sacarte del infierno 
que estás labrando como ciego destructor 
de tu íntima y reprimida ternura que yo conozco 
y de cuyo conocimiento 
ya nunca podrás escapar. 

Y sé que mi sed sólo se sacia con tu agua 
y que nadie podrá darme de beber 
ni amor, ni sexo, ni rama florida 
sin que yo le odie por querer parecérsete 
y no quiero saber nada de otras voces 
aunque me duela querer ternura 
y conversación larga y entendida entre dos 
porque sólo vos tenés el cifrado secreto 
de la clave de mis palabras 
y sólo vos pareces tener 
el sol, la luna, el universo de mis alegrías 
y por eso quisiera odiarte como no lo logro, 
como sé que no lo haré 
porque me hechizaste con tu mochila de hierbas 
y nostalgias y chispa encendida 
y largos silencios 
y me tenés presa de tus manos mercuriales 
y yo me desato en Venus con tormentas de hojarasca 
y ramas largas y mojadas como el agua de las cañadas 
y el ozono de la tierra que siente venir la lluvia 
y sabe que ya no hay nubes, 
ni evaporización,
ni ríos, 
que el mundo se secó 
y que no volverá jamás a llover, 
ni habrá ya nieve o frío o paraíso 
donde pájaro alguno pueda romper 
el silencio del llanto. 

   *********************

Y Dios me hizo mujer

Y Dios me hizo mujer,
de pelo largo,
ojos,
nariz y boca de mujer.
Con curvas
y pliegues
y suaves hondonadas
y me cavó por dentro,
me hizo un taller de seres humanos.
Tejió delicadamente mis nervios
y balanceó con cuidado
el número de mis hormonas.
Compuso mi sangre
y me inyectó con ella
para que irrigara
todo mi cuerpo;
nacieron así las ideas,
los sueños,
el instinto.
Todo lo que creó suavemente
a martillazos de soplidos
y taladrazos de amor,
las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días
por las que me levanto orgullosa
todas las mañanas
y bendigo mi sexo.


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Como tinaja

En los días buenos,
de lluvia,
los días en que nos quisimos
totalmente,
en que nos fuimos abriendo
el uno al otro
como cuevas secretas;
en esos días, amor
en mi cuerpo como tinaja
recogió toda el agua tierna
que derramaste sobre mí
y ahora
en estos días secos
en que tu ausencia duele
y agrieta la piel,
y el agua sale de mis ojos
llena de tu recuerdo
a refrescar la aridez de mi cuerpo
tan vacío y tan lleno de vos.


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