POEMAS DE JOSÉ EUSTASIO RIVERA


José Eustasio Rivera nació el 19 de febrero de 1888 en San Mateo Rivera, Colombia y falleció el 1 de diciembre de 1928 en Nueva York. Maestro, abogado, político, novelista y poeta, autor de muchos y buenos sonetos de los que aquí hemos recopilado algunos.  



Soy un grávido río

Soy un grávido río, y a la luz meridiana
ruedo bajo los ámbitos reflejando el paisaje;
y en el hondo murmullo de mi audaz oleaje
se oye la voz solemne de la selva lejana.



Flota el sol entre el nimbo de mi espuma liviana;
y peinando en los vientos el sonoro plumaje,
en las tardes un águila triunfadora y salvaje
vuela sobre mis tumbos encendidos en grana.



Turbio de pesadumbre y anchuroso y profundo,
al pasar ante el monte que en las nubes descuella
con mi trueno espumante sus contornos inundo;



y después, remansado bajo plácidas frondas,
purifico mis aguas esperando una estrella
que vendrá de los cielos a bogar en mis ondas.



OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO


 Mientras las palmas tiemblan

Mientras las palmas tiemblan, un arrebol ligero
en solitarias ciénagas disuelve su rubí;
todo se apesadumbra, y hacia lejano estero,
sonroja en el crepúsculo sus alas un neblí.



Algo desconocido del horizonte espero...
¡Vana ilusión! Nublóse la franja carmesí;
ya suspiró la tierra bajo el primer lucero,
y siento que otros seres lloran dentro de mí.



Me borrará la noche. Mañana otro celaje;
¿y quién cuando yo muera consolará el paisaje?
¿Por qué todas las tardes me duele esta emoción?



Mi alma, nube de ocaso, deja lo que perdura;
y como es mi destino sufrir con la Natura,
se apagan los crepúsculos entre mi corazón.



OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO


 Esta noche 

Esta noche el paisaje soñador se niquela
con la blanda caricia de la lumbre lunar;
en el monte hay cocuyos, y mi balsa que riela
va borrando luceros sobre el agua estelar.


El fogón de la prora, con su alegre candela,
me enciende en oro trémulo como a un dios tutelar;
y unos indios desnudos, con curiosa cautela,
van corriendo en la playa para verme pasar.


Apoyado en el remo avizoro el vacío,
y la luna prolonga mi silueta en el río;
me contemplan los cielos, y del agua al rumor


alzo tristes cantares en la noche perpleja,
y a la voz del bambuco que en la sombra se aleja,
la montaña responde con un vago clamor.



OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO


 Sintiendo

Sintiendo que en mi espíritu doliente
la ternura romántica germina,
voy a besar la estrella vespertina
sobre el agua ilusoria de la fuente.


Mas cuando hacia el fulgor cerulescente
mi labio melancólico se inclina,
oigo como una voz ultradivina
de alguien que me celara en el ambiente.


Y al pensar que tu espíritu me asiste,
torno los ojos a la pampa triste;
¡nadie!... Sólo el crepúsculo de rosa.


Mas, ¡ay!, que entre la tímida vislumbre,
inclinada hacia mí, con pesadumbre,
suspira una palmera temblorosa.



OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO


Los potros
 
Atropellados por la Pampa suelta
los raudos potros en febril disputa;
hacen silbar sobre la sorda ruta
los huracanes en su crin revuelta.


Atrás dejando la llanura envuelta
en Polvo, alargan la cerviz enjuta.
Y a su carrera retumbante y bruta
cimbran los pinos y la palma esbelta


Ya cuando cruzan el austral peñasco
vibra un relincho por las altas rocas;
entonces paran el triunfante casco,


resoplan roncos, ante el sol violento.
Y alzando en grupo las cabezas locas
oyen llegar el retrasado viento.



OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

En un bloque saliente

 En un bloque saliente de la audaz cordillera
el cóndor soberano los jaguares devora;
y olvidando la presa, las alturas explora
con sus ojos de un vivo resplandor de lumbrera.



Entre locos planetas ha girado en la esfera;
vencedor de los vientos, lo abrillanta la aurora,
y al llenar el espacio con su cauda sonora,
quema el sol los encajes de su heroica gorguera.



Recordando en la roca los silencios supremos,
se levanta al empuje colosal de sus remos;
zumban ráfagas sordas en las nubes distantes,



y violando el misterio que en el éter se encierra,
llega al sol, y al tenderle los plumones triunfantes
va corriendo una sombra sobre toda la tierra.



OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO



Alas de seda

Persiguiendo el perfume de risueño retiro,
la fugaz mariposa por el monte revuela,
y en esos aires enciende sutilisima estela
con sus pétalos tenues de cambiante zafiro.


En la ronda versátil de su trémulo giro
esclarece las grutas como azul lentejuela;
y al flotar en la lumbre que en los ámbitos riela,
vibra el sol y en la brisa se difunde un suspiro.


Al rumor de las lianas y al vaivén de las quinas,
resplandece en la fronda de las altas colinas,
polvoreando de plata la florida arboleda;


y la gloriosa en el brillo de sus luces triunfales,
sobre el limpio remanso de sernos cristales
pasa, sin hacer sombra, con sus alas de seda.


OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

 Con pausados vaivenes

Con pausados vaivenes refrescando el estío,
la palmera engalana la silente llanura;
y en su lánguido ensueño, solitaria murmura
ante el sol moribundo sus congojas al río.

Encendida en el lampo que arrebola el vacío,
presintiendo las sombras, desfallece en la altura;
y sus flecos suspiran un rumor de ternura
cuando vienen las garzas por el cielo sombrío.

Naufragada en la niebla, sobre el turbio paisaje
la estremecen los besos de la brisa errabunda;
y al morir en sus frondas el lejano celaje,

se abandona al silencio de las noches más bellas,
y en el diáfano azogue de la linfa profunda
resplandece cargada de racimos de estrellas.


OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

En la estrellada noche
 
En la estrellada noche de vibración tranquila
descorre ante mis ojos sus velos el arcano,
y al giro de los orbes en el cenit lejano
ante mi absorto espíritu la eternidad desfila.

Ávido de la pléyade que en el azul rutila,
sube con ala enorme mi Numen soberano,
y alta de ensueño, y libre del horizonte humano,
mi sien, como una torre, la inmensidad vigila.

Mas no se sacia el alma con la visión del cielo:
cuando en la paz sin límites al Cosmos interpelo,
lo que los astros callan mi corazón lo sabe;

y luego una recóndita nostalgia me consterna
al ver que ese infinito, que en mis pupilas cabe,
es insondable al vuelo de mi ambición eterna.



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